jueves, 5 de febrero de 2009

Al otro lado del espejo


Desconfiad de los espejos, es un consejo de amigo.

De sobras conocidas por tod@s vosotr@s son las espeluznantes historias que de ellos se cuentan y a las que no, no pienso recurrir. Sabéis a cuáles me refiero, aquellas que teméis mencionar si no es en compañía y con la luz encendida. Pero mi advertencia no puede empezar sino con una leyenda poco conocida que viene a respaldar, en cierto sentido y de forma ominosa, todos esos viejos cuentos para asustar a los niños.
Jorge Luis Borges la cita en su "Manual de zoología fantástica": en una época legendaria pasada el Emperador Amarillo se enzarzó en una sangrienta guerra con las huestes provenientes del otro lado de los espejos. Y sólo tras invertir grandes esfuerzos y recurriendo a sus conocimientos sobre la magia pudo este mítico soberano atraparlas en el que hasta entonces había sido un mundo conectado con éste. Sus conjuros sellaron lo que antaño habían sido portales entre mundos, y los habitantes de los espejos fueron condenados a repetir todas y cada una de las acciones de los hombres, sus formas reducidas a meros reflejos serviles.
Y años más tarde el escritor de weird fiction China Miéville volvió a retomar este tema en su novela "El azogue".

Ficción legendaria. Acaso una forma pasada de entender el mundo que poco o nada tiene que ver con la perspectiva de hoy en día. ¿O no?

Para aquell@s de vosotr@s, escéptic@s que habéis perdido la capacidad de soñar o de ser seducid@s por una historia, os propongo un pequeño experimento.

Elegid la noche de San Juan para entrar en una habitación con un espejo (sólo uno, recordad esto) que uséis habitualmente. No tiene por qué ser en vuestra casa, pero sí que debéis estar seguros de que ese espejo se usa a menudo. Cerrad la puerta (si creéis que alguien puede irrumpir en la habitación mientra dure el experimento echad el pestillo o cerrad con llave). Apagad las luces. Encended una vela blanca y colocadla frente al espejo. Retiraos a un rincón de la habitación, lejos del espejo (no debéis dejar que vuestra figura se refleje en el mismo) aunque desde vuestra posición deberéis poder ver su superficie (y la habitación donde os encontráis). Sentaos, ya que váis a tener que esperar un rato. En todo momento procurad manteneos en silencio (si os lleváis un libro para pasar el rato procurad pasar con cuidado las páginas).
Al cabo de una hora más o menos deberíais poder verla. Una silueta cruzará el espacio de la habitación al otro lado del espejo. O quizás habrá más de una. Llegados a este punto, si resolvéis manteneros inmóviles en vuestro sitio pronto, de la penumbra, aparecerá un rostro de rasgos desdibujados, indefinidos, que fijará su atención en la llama de la vela que previamente habéis prendido. Si no apartáis la mirada de este ser imposible que ha acudido atraído por el resplandor de la llama puede que acabéis reconociendo en él a cualquiera de las personas que frecuentan esta habitación. Quién sabe, quizás acabéis viéndoos a vosotr@s mism@s.
Por supuesto que en cualquier momento podéis optar por dejar la habitación. Ahora bien, y esto es muy importante, nunca lo hagáis pasando por delante del espejo cuando esa figura haya hecho acto de presencia y con la vela encendida. Independientemente de que os creáis esto o no, recordad muy bien estas palabras si alguna vez se os ocurre llevar a la práctica este experimento: Cuando decidáis que ya habéis visto suficiente soplad la vela (y mejor que al hacerlo no miréis al espejo) y apresuraos a salir de la habitación cerrando la puerta detrás vuestro. Repito: Apagad la llama antes de salir.
Por supuesto, me imagino que algun@ puede estar tentad@ de comprobar qué pasa si un@ se queda inmóvil en el cuarto, en silencio, después de que haya aparecido el otro o la otra. Poco más. El recién llegado no estará más de un minuto frente a la vela. Luego saldrá de vuestro campo de visión.
Ahora bien. A veces se han dado casos de que no hay uno sino más de estos seres (algo que parece depender del número de personas que usan el espejo). En otras ocasiones el recién llegado no guarda similitud física con ninguna de las personas que utilizan el espejo.
Y en dos casos sí que pasó algo después de que el extraño desapareciera: Las personas que llevaron a cabo estos dos experimentos oyeron algo parecido a susurros que bien podían formar parte de una conversación; les siguió un ruido metálico que fue en aumento y que les decidió a dejar el cuarto a toda prisa.

Como seguro que os hacéis a la idea, no es una experiencia ni agradable ni recomendable. Yo que vosotr@s no pasaría por ella. Se dice de personas que han tenido difícil conciliar el sueño después. Y algunas nunca han vuelto a ser las mismas (aquí hay quien gusta fabular diciendo que en realidad no son las mismas). Pero si alguna noche de San Juan os decidís por comprobar personalmente estas líneas, pensároslo mucho antes de hacerlo y sobre todo, hacedlo bien. Y recordad, apagad la llama.

4 comentarios:

  1. Leyenda urbana o no... me da igual, yo no pienso hacerlo!!!
    Solo de leerlo ya se me ha puesto la carne de gallina.
    ;)

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  2. Entonces he conseguido uno de mis objetivos... Genial!
    ;O

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  3. tengo una de esas cadenas blogeras y te he puesto en la lista!!!
    No pasa nada si no la haces, pero me ha hecho gracia, así que
    ESTAS NOMINADO

    Si vols saber mes...

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  4. de mi espejo aparece un ser extraño de luz muy alto todas las noches a las 2:00 nadie me da respuesta

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