jueves, 8 de enero de 2009

El claro


En el corazón de la Serra de Tramuntana se encuentra un claro de árboles que forman un círculo perfecto. Un claro que, aparte de su rareza geométrica, no presenta ninguna particularidad digna de mención al ser observado desde el exterior. Sin embargo, si alguien entra en él, nada más hollar su superficie una oscuridad tan impenetrable como la de una noche sin luna se abatirá sobre toda su área, aunque sea un luminoso día de verano. Aquellos que por error entren en los límites acotados por su cerca forestal y consigan salir (muy pocos lo han conseguido) quedan en un estado tal que difícilmente recuerdan qué es lo que pasa en el interior.
De todas formas, si eres muy valiente (y muy estúpido) puedes intentar acampar en el claro. Cierra con fuerza tus ojos y entra, acuéstate en tu saco de dormir, y no importa lo que escuches o sientas, no vuelvas a abrirlos. Si de alguna forma consigues conciliar el sueño antes de que el claro haya hecho mella en tu cordura (o algo mucho peor), acabarás despertándote en mitad de un luminoso día, con la luz del sol acariciando tu rostro, en el centro del claro.
Ahora bien, si volvieras a salir del claro te encontrarías con la más oscura de las noches sin luna.

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